Cada uno de nosotros tiene ciertos rasgos que nos hace ser únicos. Y no sólo son los físicos, también tenemos mil y una características en nuestra diaria forma de ser que nos hacen totalmente reconocibles por los que cotidianamente nos rodean.
Una actitud, un ademán, un gesto, una mirada, una reacción; todo esto nos permite decirle a los demás quiénes somos. Y quizá les decimos más de lo que creemos. El lenguaje corporal es muy completo. En muchas ocasiones más que el hablado o el escrito, pues en un instante, con sólo una mirada se puede expresar lo que podríamos escribir en una o más cuartillas de texto. Sin embargo, en otra situación puede la misma mirada significar y expresar algo muy diferente.
Es inexplicable la naturaleza humana, pero como en el resto del reino animal, generalmente usamos ademanes para comunicarnos con extraños, ademanes entendibles en cada punto del planeta. Es un lenguaje universal que puede expresar desde el más inofensivo sentimiento de pena hasta un muy fogoso cariño; desde un simple malestar interno hasta la rabia más desgarradora.
Aquél que aprende a desarrollar la capacidad de observar y analizar el lenguaje corporal de los demás tiene mayor facilidad para conocer a quienes le rodean. Aquel que ve cada mirada, cada movimiento, cada palabra, el tono de la voz, los movimientos de cara, ojos, labios, manos, y aprende a descifrarlos tiene mayor control sobre la situación, porque incluso podrá predecir lo que va a suceder pronto, aún más, podrá conducir a su gusto una situación determinada. Lo interesante en este punto es que todos tenemos estas cualidades de análisis, algunos más desarrolladas que otros, pero todos las tenemos.
Algunas personas van más allá. Algunas personas también analizan el físico y la vestimenta de los demás. Al ver esto, se puede llegar a conocer más sobre los hábitos de quienes están en nuestro entorno. Podemos deducir los hábitos de higiene y limpieza, y por tanto el interés propio. Se puede saber en algunos casos si alguien está casado, o si una mujer está embarazada, la probable edad de quien analizamos, posiblemente su profesión, quizá determinar si practica algún deporte y qué tipo de deporte, en muchos casos, ver sus aficiones o pasatiempos, el origen, y en fin, muchos detalles más.
Éste último punto es lo que hizo famoso al detective de Scottland Yard, Sherlock Holmes, quien incluso antes de escuchar una sólo palabra de sus clientes o de la gente con que trataba, ya conocía los elementales detalles que lo llevaban a conocerlos. Y nuevamente, como en puntos anteriores, todos tenemos estas capacidades, algunos más desarrolladas que otros, perto todos las tenemos.
Como estos puntos hay muchos, y todos sirven para lo mismo, aprender más sobre los que nos rodean.